Síntomas inequívocos de que es una persona con éxito (aunque no se sienta como tal)

¿Qué entendemos realmente por éxito? A simple vista la mayor parte de las personas parecen estar a años luz de la definición clásica (y materialista) del éxito. Tienen un trabajo normal con un sueldo medio (quizás tirando a bajo), no se las ha ingeniado para escalar demasiado alto en la escalera corporativa (están habitualmente en los peldaños inferiores) y no son emprendedores dotados de maravillosas y rompedoras ideas.

Quienes están instalados en la mediocridad (porque ni han triunfado ni han fracasado) se sienten a menudo unos auténticos perdedores y, sin embargo, los “mediocres” pueden ser tan o más exitosos que aquellos que tienen la cuenta bancaria a rebosar.

Y es que el éxito, tradicionalmente asociado a la opulencia y el poder, ha cambiado de definición en el transcurso de los últimos años y se ha desgajado de su primigenia naturaleza pragmática (y codiciosa).

De acuerdo con un informe de la Universidad de Strayer, el 90% de las personas consultadas cree que el éxito reside sobre todo y ante todo en ser feliz y no tanto en ser poderoso, rico y famoso.

Aunque sigue habiendo personas que utilizan el dinero como vara de medir del éxito, cada vez son más aquellos que identifican el éxito con algo tan simple (y complejo a la vez) como la felicidad.

Puede que no se le haya ocurrido jamás arrogarse la etiqueta de persona exitosa, pero quizás, y si se siente identificado con algunos de estos síntomas, lo sea (sin saberlo):

1. Tiene una vida privada plena y disfruta de una buena relación con sus familiares y con sus amigos. Y entiende el éxito no como algo individual sino como algo colectivo donde están involucradas varias personas.

2. Aprende de sus errores y saca siempre fuerzas de flaqueza para recomponerse (y levantarse) cuando se topa de bruces con el fracaso. Es consciente de que el mayor triunfo no consiste en no caerse jamás sino en levantarse siempre tras la caída.

3. Cuando siente que necesita ayuda, no titubea (y no se avergüenza) a la hora de solicitarla a quienes tiene a su alrededor. Su amor propio no se queda magullado cuando se ve obligado a pedir ayuda a los demás.

4. Es una persona agradecida con lo que tiene. Y no va constantemente a la caza de nuevos objetivos porque sabe que haciéndolo así nunca podrá disfrutar de lo que ya tiene.

5. Se jacta de ser una persona serena. No se involucra en batallas encarnizadas (y sangrientas) para conseguir las metas más altas. No se obsesiona y deja más bien que el éxito salga a su encuentro.

6. No tiene miedo del futuro. Lo que tenga que pasar, pasará. Es plenamente consciente de que no podrá cambiar lo que tenga a bien sucederle en el futuro y por eso prefiere concentrarse en el aquí y en el ahora y disfrutar del momento.

7. Es capaz de mantenerse optimista y esperar siempre lo mejor de la vida. Cree firmemente en las “profecías autocumplidas” y sabe que si vaticina cosas buenas, esas cosas buenas terminarán convirtiéndose en realidades.

8. Hace tiempo que dejó de compararse con los demás. Tiene su propia definición de éxito y no le importa que esa definición no coincida con la de los demás.

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